Jóvenes
Turcos - Antecedentes históricos y geopolíticos del Genocidio
armenio
De
John Sahakí Kirakosyan
Editorial
Ciccus, Buenos Aires, 2015
Jóvenes
y bárbaros
Por
Lala Toutonian
Frente
a un Estado represor, la respuesta del pueblo es siempre la misma
aunque varíen las modalidades –pacíficas a veces, contestatarias
siempre-. Mientras el ensayo de la otredad encarne tensiones entre
las partes, se apelará a una subjetividad que tiene poco de ética.
Así, en un Imperio Otomano regenteado autoritariamente por el sultán
Abdul Hamid II, un absolutista debilitado tras la guerra con Rusia de
1877, la aparición del grupo Jóvenes Turcos era solo cuestión de
tiempo.
Hamid
II era -según fuentes diversas- hijo de una bailarina profesional
armenia que integró el harén de Abdulmecid I, padre de “Su
Majestad Imperial”, como se hacía llamar el dictador. Cruel en sus
modos hasta con los suyos, no terminaría sus días en paz. Contrario
a las reformas independentistas de su predecesor Ahmed Mithat, a
quien ejecutó, disolvió el Parlamento. El solipsismo es radical o
no es nada: solo puede existir uno. En 1890, los armenios apostados
en el territorio (suyo hasta trescientos años atrás antes de la
invasión turca, zona de convivencia en paz de turcos musulmanes y
armenios cristianos) exigieron los cambios prometidos a Hamid II. La
rebelión que sucedió al incumplimiento fue aplastada y derivó en
la masacre de 300.000 ciudadanos. Años más tarde, tras sufrir las
crueldades de su soberano, los miembros del partido Comité de Unión
y Progreso, más conocidos como “los Jóvenes Turcos”,
hartos de la tiranía del gobernante sobre su propio sultanato, lo
depuso y tomó el poder (el CUP gobernaría entre 1908 y 1918).
Comenzaba una etapa nueva y aún más sangrienta. Los Jóvenes
Turcos, responsables directos del Genocidio armenio perpetrado
durante sus años al mando del gobierno, masacraron a un millón y
medio de armenios de una población total de dos millones. Los
armenios estaban apostados en la Anatolia turca, vecina de Rusia;
así, fueron acusados de amiguismo con enemigos: una excusa más para
la limpieza étnica.
Frente
a la barbarie, resulta imperativa la recreación de la memoria y su
trascendencia en la historia. El rol cultural es conminatorio.
Respecto
de estos proyectos hay interrogantes fundamentales. Qué papel
cumplieron las grandes potencias de la época: Gran Bretaña, Francia
y Alemania. Cómo incidió la dirigencia nacional armenia occidental
con sus partidos políticos (el Partido Social Demócrata Henchakian
y la Federación Revolucionaria Armenia) en este escenario. Qué
precedió a semejante accionar. Todos están detallados con claridad
en el libro del Doctor Kirakosyan. Jóvenes Turcos –
Antecedentes históricos y geopolíticos del Genocidio armenio
resulta una obra necesaria sobre la antesala del Genocidio por su
precisión y su rigor histórico. John Sahakí Kirakosyan fue un
historiador y profesor universitario, doctor en Historia Universal.
Nació en la capital armenia, Yereván, en mayo de 1929, e ingresó
en la Facultad de Relaciones Internacionales de esa ciudad, para
continuar su formación en Moscú, donde recibió el grado de
Científico de la Historia. Fue catedrático en la Universidad
estatal de Yereván sobre estudios de historia oriental. En paralelo
a su actividad científica y pedagógica, Kirakosyan ocupó entre
1962 y 1964 el cargo de Director del área de propaganda del Partido
Comunista de Armenia. Más tarde, presidió su Comité de radio y
televisión. En 1975 y por el transcurso de diez años, fue Ministro
de Asuntos Exteriores e inmediatamente después fue elegido como
diputado del Consejo Supremo. Su aporte principal fue la
investigación que llevó a cabo durante toda su vida para comprender
los aspectos basales de la historia armenia, su gran pasión. Publicó
La Primera Guerra Mundial y los armenios occidentales en
1971, y en 1972, Armenia en los documentos de diplomacia
internacional y la política foránea soviética. Siguió con La
diplomacia burguesa y Armenia y Los Jóvenes turcos ante la
ley marcial de la historia, el libro que hoy ve la luz en español
(solo había sido traducido al ruso, y recibió el Premio Estatal
SSR). En 1986 se publicó A. K. Dzhivelegov y su herencia
histórica. Kirakosyan había muerto un año antes en la capital
rusa.
En
un sentido sartreano, el fenómeno se da cuando el ser es. A partir
de este concepto, la historia entera se remite a un derrotero de
inhabilitación del otro, del diferente, del que no se quiere que
sea. Jóvenes Turcos – Antecedentes … es la prueba de que
los historiadores turcos no contemplan la evidencia de, primero, una
deportación y, luego, la tragedia. Kirakosyan, a través de un
análisis comparativo de fuentes diversas y numerosas, demuestra que
es así. “Con una conciencia tranquila sacrifican la verdad y los
principios de objetividad científica para servir a la falsedad y a
la mentira”, refiere sobre el negacionismo turco por fines
meramente políticos. Asegura también que esta campaña genocida no
solo pretendía la destrucción física del armenio, sino que estaba
dirigida a Rusia, el principal obstáculo para la finalidad de
expansión del panturquismo. El autor utilizó todo su talento como
cientista político para afianzar los lazos entre los armenios
diaspóricos y los locales, para mantener la identidad étnica y
cultural.
Repasar
las páginas de este libro es descubrir documentos oficiales,
invalorables artículos periodísticos de la época, resoluciones
parlamentarias y fuentes de estudio. La traducción del armenio al
español es de Alberto Dikran Kahvedjian, miembro de la colectividad
armenia en Argentina, colaborador de comisiones culturales y medios
de prensa locales, corrector y editor, fallecido en 2001.
La
mejor herencia hegeliana sea, probablemente, la historización de
categorías estéticas. Este libro pretende llegar al lector con ese
rigor. Porque la historia no se repite cíclicamente: se endurece, se
barbariza y, con una metodología nueva cada vez -nunca menos cruel,
siempre más impía-, se aniquilan etnias y mueren las lenguas. Hoy,
aunque muchos intelectuales y estudiosos turcos reconocen el
genocidio armenio, el gobierno turco sigue negándolo. Eso funda la
necesidad moral de seguir publicando material como el que hoy nos
acoge.